viernes, 11 de marzo de 2016

DEPORTE INFANTIL: NO TODO VALE PARA GANAR

El deporte infantil de formación parece que está tendiendo peligrosamente hacía una “profesionalización” excesiva con unos niveles de exigencia que muchas veces no están acorde con la edad de los jóvenes jugadores. Y todo para ganar.
El exceso de competitividad desde cada vez más temprana edad lleva a ver escenas que provocan vergüenza ajena. Padres vociferando en la grada contra el árbitro que en la mayoría de los casos es un chaval que también está aprendiendo y cuyo interés más allá de ganarse unos euros para sus gastos cotidianos consiste en intentar hacerlo bien. Y lo peor es la ansiedad que esos excesos competitivos suponen para los jóvenes jugadores, con unas exigencias que no se entienden ni en aras de descubrir al nuevo niño prodigio del deporte.
Algunos padres no sólo creen que su hijo es el mejor sino que casi hacen cábalas sobre la futura carrera profesional de sus vástagos como si esa fuera la esencia del deporte infantil sin entender que el objetivo en la base debe ser afianzar valores que además de en el deporte tengan sentido para la futura vida de esos jóvenes: el respeto por compañeros y adversarios, el trabajo en equipo, tomar el esfuerzo y concentración como las bases de la mejora deportiva y personal, aceptar y comprender la existencia de unas reglas del juego, inculcar la actividad deportiva como parte de una vida saludable, y muchos más.
También tenemos a entrenadores que tomando que tratan de poner en practica con sus equipos de formación aquello que ven por la tele cada fin de semana como si sus jugadores tuvieran las habilidades de esos grandes atletas que nos deleitan cada día por las canchas de todo el mundo. Así se podrá ver como jóvenes que todavía están aprendiendo y apenas han adquirido los conocimientos técnicos y tácticos realizando una tarea que se les escapa de sus posibilidades.
Por supuesto, los jóvenes no tienen culpa, y ésta corresponde a padres y sobre todo entrenadores que sólo se preocupan de sí mismos pensando que ganando se convertirán en entrenadores de éxito, teniéndose en cuenta sólo el presente y no el futuro deportivo y personal de esos jóvenes.

EN EL DEPORTE BASE, MENOS ENTRENADORES Y MÁS FORMADORES

La labor de un entrenador de chicos y chicas que se inician en la práctica de algún deporte se debe plantear siempre desde una perspectiva educativa. Por lo tanto, sus capacidades como formador y comunicador, así como su vocación para enseñar a niños y jóvenes es tan importante o más, que sus capacidades y conocimientos técnicos del deporte específico que practiquen.
La labor principal de un entrenador de base es la de educar a los niños en una serie de valores, tales como la solidaridad, el compañerismo, la amistad y el respeto al adversario y también desarrollar las capacidades deportivas de éstos. Por lo tanto, los resultados a corto plazo se tienen que considerar siempre como una cuestión secundaria.
Muchos entrenadores consideran la victoria como su principal objetivo, incluso con niños muy pequeños, lo que hace que utilicen procedimientos totalmente inadecuados, ignorando las características psicológicas y fisiológicas de los jugadores. Con esta actitud, lo que consiguen normalmente es el rechazo de los pequeños y, en muchas ocasiones, malograr futuros talentos deportivos.
Nunca debemos olvidar que la práctica del deporte es para los niños, antes que nada, un entretenimiento, por lo tanto no tiene sentido generar una presión añadida en el niño o adolescente de la que ya soporta diariamente con sus obligaciones escolares.
Es muy importante que el entrenador no pierda nunca de vista ese sentido lúdico. Debe ser antes un maestro y un amigo que un sargento. Esto no quiere decir que no existan la disciplina y el respeto necesarios. Un buen entrenador infantil ser el que sepa combinar estos diferentes factores con éxito.
Entre las características que éste debe tener podemos destacar las siguientes:
- Saber motivar. Esto es sencillo cuando se trata de equipos y jugadores ganadores, pero cuando no es así, es fundamental el papel del entrenador ilusionando y motivando a los niños, realzando sus cualidades y buscando objetivos y logros adecuados a sus capacidades.
- Conocimiento de los niños a su cargo. Un buen entrenador debe saber como es cada uno de sus pupilos, cada niño o adolescente es un mundo y tienen reacciones y comportamientos diferentes. El buen entrenador ha de tener mucho de psicólogo y saber dar el tratamiento adecuado a los problemas y características de cada uno, sin que ello signifique tratamientos de favor ni agravios comparativos dentro de un equipo.
- Ser consecuente con sus decisiones. Si un entrenador decide que por su comportamiento o actitud en los entrenamientos un chico no merece jugar un partido, debe mantener su decisión incluso si esto le supone perder una final. Ya hemos dicho que la formación de los jugadores es mucho más importante que los éxitos deportivos a corto plazo.
- Tener un comportamiento correcto en todo momento. Una faceta fundamental del entrenador respecto de los jóvenes jugadores es la de dar un buen ejemplo. Por lo tanto, su actitud en la competición, tanto ante los contrarios como ante los árbitros, debe ser correcta y educada.
- Aplicar la formación adecuada para cada edad. Un buen entrenador no sólo debe tener unos buenos conocimientos específicos en su deporte sino que también ha de saber que necesidades de formación y que cantidad de ejercicio puede practicar el joven deportista según su edad. Debe ser consciente de que en los primeros años ha de primar el componente lúdico y ser, poco a poco, cuando se empezarán a desarrollar las actitudes físicas, técnicas y tácticas de los deportistas.
Ser entrenador de base supone tener una posición de liderazgo con los niños a los que entrena. Tanto los jugadores como sus padres, depositan una gran responsabilidad en el entrenador.
La diferencia de tener un buen o un mal entrenador hace que los niños vivan el deporte con alegría y entusiasmo o que se acabe convirtiendo en algo ingrato. Para un entrenador infantil, el mayor fracaso que puede tener es que los niños abandonen la práctica de un deporte por su culpa, por haber convertido algo atractivo para los niños en algo tedioso o desagradable.
A veces son los propios padres los que más presión ejercen sobre sus hijos, exigiéndoles por encima de sus posibilidades y haciendo que la práctica del deporte deje de ser una diversión.
En estas ocasiones los padres, en vez de ser aliados y colaboradores de los entrenadores en su papel de motivación y educación , son el principal obstáculo. Llegado el caso, el entrenador ha de hacer ver a los padres su error y evitar que éstos se inmiscuyan de una manera negativa en su trabajo.
Debido a esta responsabilidad que el entrenador adquiere al hacerse cargo de un grupo de niños o niñas hay algunas premisas que nunca deberá olvidar, como son:
- Animar a los jugadores a que sean deportivos, haciendo que estrechen las manos de los jugadores del otro equipo después de cada partido o aplaudiendo las buenas jugadas del equipo rival.
- Nunca se debe comprometer la seguridad ni la salud de los niños; un entrenador debe valorar esto por encima de cualquier otra cosa.
- Los jugadores son más importantes como personas que como deportistas.

DEPORTE Y CULTURA DEL ESFUERZO

Tanto en el deporte como en la vida, el derrotismo nunca debería ser una opción. La vida es para los valientes, para esos que trabajan diariamente en la búsqueda de su sueño. Quienes lo consiguen son aquellos que practican la cultura del esfuerzo, concepto tan de moda últimamente como necesario para encaminarse hacia el éxito.
No existe a día de hoy otra manera de pelear por la victoria que perseverar en el trabajo diario, tener la suficiente madurez para soportar la presión, ser capaz de sufrir y no bajar nunca los brazos. La perseverancia como ADN de todo deportista.
¿La suerte? Desde mi punto de vista se busca. Si te paras a esperarla, seguramente cuando aparezca, si lo hace, sea demasiado tarde. El trabajo te acerca a la suerte. Y cuando se mezcla la suerte con el talento innato, el trabajo diario, el sacrificio y el compromiso del deportista, el resultado es maravilloso.
Y por último, un aspecto que no deberías olvidar si no quieres apartarte del camino correcto. Piensa en positivo, oriéntate al éxito y no busques únicamente no fracasar. Sé optimista, y cree en ti, en tus posibilidades y en tu talento. Si hay una característica común a todos los deportistas de éxito es esa. Si lo haces, la fuerza del trabajo y la suerte estarán de tu mano.
Recuerda: "TRABAJO DURO, RESULTADO SEGURO"

DERECHOS DE LOS NIÑOS EN EL DEPORTE

-Derecho de practicar el deporte sin ninguna diferencia (sexo, aptitud, características físicas): Todos los niños deberían poder practicar el deporte en cualquier asociación deportiva. Ejemplo positivo: los clubes de natación y los grupos de no competición. Ejemplo negativo: los niños obligados a quedarse sentados en los deportes colectivos.
-Derecho de entretenerse y jugar: Es decir, en el mundo en que se entretienen y juegan los niños entre los 7 y 14 años. Cuando se observa un grupo de niños jugando se ve que inventan reglas y forma de competiciones especiales que a menudo duran toda la tarde, alternando varias actividades del deporte: fútbol, carreras, patín, ciclismo, etc. Ello pone de manifiesto la necesidad de variar, crear condiciones diferentes, proponer alternativas de juego, fomentar el uso de estas prácticas espontáneas.-
-Derecho de aprovechar de un ambiente sano: Se refiere, no solamente al ambiente físico sino al entorno humano. Investigaciones recientes destacan que no es suficiente practicar deporte para defenderse de la tentación de la droga (el problema del doping prueba lo contrario).Le toca al adulto, entrenador o dirigente, educar al niño en el sentido del bienestar físico y psicológico facilitado por la práctica del deporte e introducir, cuanto antes, nociones como el fair play. Ejemplo positivo: destacar gestos altruistas y lealtad. Ejemplo negativo: conducta desfavorable del entrenador o del padre contra el árbitro.-
-Derecho a ser tratado con dignidad: Muy a menudo ocurre que en la práctica diaria de los deportes vuelven a aparecer elementos negativos como los de la escuela "rígida" o que el entrenador use un lenguaje que no respeta las reglas de la buena educación. Estas son posturas que no ayudan la función educativa que tiene el deporte. En este caso, el deporte es fuente de frustración, desilusión y escuela de "falta de respeto hacia los otros".
-Derecho a ser rodeado y entrenado por personas competentes: El entrenador-educador que actúa en el mundo de los jóvenes debe poseer conocimientos sicológicos, pedagógicos y técnicos para poder adaptarse a la realidad del niño. Es obligación de los técnicos proporcionar fundamentos didácticos, dándoles un contenido y sugiriendo métodos apropiados. Desdichadamente sucede muy a menudo que entrenadores menos competentes se les confía deportistas muy jóvenes y cometen faltas que frecuentemente, influyen en el futuro deportivo del niño. Algunos entrenadores usan teorías de entrenamiento y competición apropiados para adultos, pero inadecuados para los niños. Por esta causa gran cantidad de los jóvenes después de los 15 años deja el deporte de competición y lo peor es que muchos se alejan totalmente de la práctica del deporte.
-Derecho de hacer entrenamientos según los ritmos individuales: Cada persona tiene un ritmo de adquisición de conocimientos y esto debe ser tenido muy en cuenta para poder fomentar las aptitudes y evitar los errores de entrenamiento. En este caso se conjugan el aprendizaje de automatismos y el desarrollo muscular y físico.
-Derecho a competir con jóvenes que tienen las mismas posibilidades de éxito: No es posible hacer competencias entre niños con diferencias físicas o con niveles de preparación muy diferentes. De la derrota deportiva se pueden sacar elementos significativos para la enseñanza, pero la experiencia de sentirse débil o inferior no es ventajosa, así como tampoco es la de sentirse muy poderoso.
-Derecho a participar en competiciones adecuadas: La tendencia en la organización de las competiciones para niños es adultomórfica (campeonatos largos, torneos por eliminación directa, largas distancias a recorrer, títulos de campeones, etc.)Sin embargo hay algunos ejemplos positivos de adaptación del deporte a la edad: minibásquetbol, minivoleibol, fútbol de 7, torneos de un día.
-Derecho a participar el deporte dentro de la máxima seguridad: Aquí se plantea el problema de adaptación de las infraestructuras, que a menudo no tienen en cuenta la realidad física y síquica del niño (canchas muy grandes, piso irregular, con pozos, útiles inadecuados, etc.)
-Derecho a tener adecuadas pausas para descansar: Ocurre muy a menudo que, en lo que llamamos entrenamiento intensivo precoz en el deporte organizado(mas de 10 horas semanales para deportistas de 7 a 14 años ),se usen las vacaciones para seguir los entrenamientos, de tal forma que no se le permitan una temporada de descanso. También que, luego de entrenamiento diario, algunos padres sigan exigiendo que prosiga su preparación en la casa, con el erróneo fin de apresurar su desarrollo deportivo.
-Derecho a no ser campeón pero también derecho a serlo: Alrededor de los quince años de edad cuando finalizan los primeros años de práctica deportiva, el joven adquirió el conocimiento de que la competición es alegría, por el hecho de compararse, comprenderse, confrontarse con los otros y consigo mismo.