Como estamos en la cultura del “ya”, no hay paciencia para formar primero en fundamentos para conseguir los resultados más tarde ya que será en edades más tardías donde efectivamente jugar bien será sinónimo de victoria.
Un virus llamado ganar
La estructura que conforma los juegos deportivos (fútbol, baloncesto, etc.), o deportes individual, son sus reglas, que lo dotan de las pautas organizativas para poderse practicar; y la finalidad del juego que proporciona su sentido. Dicha finalidad es vencer al equipo rival.
Centrándonos en el ámbito de la práctica deportiva en edades tempranas (hasta cadetes), observando la competición, la finalidad del juego de vencer al rival se ha convertido en un verdadero virus por los efectos tan nocivos que provoca en los niños, entrenadores y padres.
En referencia a padres y entrenadores, para ellos la prioridad es ganar, obviando por completo lo verdaderamente importante en esta etapa de formación que es si se juega bien o lo que es lo mismo, si se manifiesta de forma correcta los fundamentos técnicos y tácticos independientemente del resultado. Infinidad de conductas realizadas por entrenadores demuestran esta afirmación como son por ejemplo que los niños tras mucho tiempo siguen sin manifestar ningún fundamento así como otro ejemplo de conducta, el niño no tan hábil apenas participa en competición. Cito lo que ha tenido que hacer un organismo como es una federación, en concreto la de baloncesto, porque ha observado el grave problema de que no todos los niños juegan por lo que ha impuesto que todos los jugadores de un equipo deben jugar obligatoriamente dos de los cuatro cuartos que componen un partido. Es lamentable que un organismo no educativo se ocupe de la formación de los niños y no el verdadero agente encargado de la formación como son los entrenadores quien haya tomado medidas ante tal aberración en edades de formación.
El planteamiento elegido equivocadamente para esta etapa de formación es el de otra etapa, la de rendimiento, donde lo que prevalece es primero ganar y luego todo lo demás. Debería ser todo lo contrario, primero aprender a saber jugar bien y luego ganar, pero por desgracia en esta etapa intentarlo no es sinónimo de victoria por el alto índice de riesgo que tiene intentar hacer las cosas bien y es ese el motivo, al prevalecer primero el hecho de ganar y no la formación en fundamentos, que hace que el planteamiento no sea el que debería ser. Como estamos en la cultura del “ya”, no hay paciencia para formar primero en fundamentos para conseguir los resultados más tarde ya que será en edades más tardías donde efectivamente jugar bien será sinónimo de victoria. El problema será entonces ahí cuando se deberá ganar y entonces no poder ser por la no manifestación durante el juego de un aprendizaje al no haberse adquirido en su momento que no es otro que en edades tempranas y ahí el planteamiento equivocado era el de ganar en vez del aprendizaje.
Referente a los efectos nocivos del virus ganar en niños, se extiende al ámbito formativo y concretamente a aspectos muy importantes como son el aprendizaje técnico – táctico así como a la adquisición de valores – actitudes.
Analizando la influencia de este virus sobre el aprendizaje técnico – táctico, observando la competición, me alerta que la mayoría de los jóvenes no saben jugar a ese deporte en lo que respecta a la toma de decisiones durante el juego porque la mayoría son erróneas o no existen (juegan sin pensar) producto de la tensión que ocasiona tener que vencer como sea. Quizás si el niño se preocupase y se esforzase más por si he jugado bien en vez de si he ganado o perdido no tendrían tanta tensión y quizás también manifestarían aquello que se ha aprendido aunque ello ocasione riesgos de cara a la victoria. Además si el entrenador incentivase jugar bien, el clima de tensión percibido por el niño sería otro y no tendría tanto miedo al error.
Analizando la influencia del virus sobre el aprendizaje de valores, observando la competición, en muchas ocasiones se observan conductas poco deportivas y éticas y no son más que derivadas del ganar a toda costa. Un ejemplo muy extendido es la protesta al árbitro por cualquier decisión. Si ganar no fuese prioritario para jugadores y entrenadores se asumirían sus errores sin más importancia sin tener que protestar. Además un efecto colateral de la no adquisición de determinados valores es que ciega a entrenadores y jugadores en cuanto a su progresión del aprendizaje. Ambos siempre atribuyen la derrota a decisiones arbitrales y nunca a su propia manifestación de su habilidad lo cual permite que nunca se corrija los defectos ni se siga aprendiendo.
Por tanto a modo de conclusión, debido al efecto nocivo del virus de ganar en edades tempranas, se debería manipular y desviar la prioridad que se le da a este hecho convirtiéndolo no en un fin (como pasa actualmente) sino simplemente tratarse como una parte del juego sin mayor importancia. Dicho cambio está principalmente en poder de entrenadores siendo los padres otro agente en el proceso educativo – formativo del niño que también puede ayudar. Lamentablemente, esta cuestión está sin solucionar ni creo que haya esperanza porque los agentes educadores que pueden hacerlo, en una mayoría no están por la labor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario