La deportividad es fundamentalmente el respeto a las reglas del juego. Pero también incluye conceptos tan nobles como amistad, respeto al adversario y espíritu deportivo. Deportividad es, además de un comportamiento, un modo de pensar y una actitud vital favorable a la lucha contra la trampa y el engaño.
La deportividad es una concepción del deporte que trasciende del puro cumplimiento de las reglas deportivas para situarse en un entorno de respeto, caballerosidad y consideración del adversario, superando posiciones dictatoriales en favor de una serie de comportamientos que tengan el sello propio de quienes aceptan el compromiso de ser deportivos.
El deporte como herramienta educativa, es capaz de promover la práctica habitual de una educación en valores a toda la sociedad en su conjunto, a través de las buenas prácticas y ejemplos positivos. Representa una magnífica preparación para la vida, ya que es capaz de potenciar los valores
humanos más nobles, ofreciendo la posibilidad de redescubrir la confianza en uno mismo, el trabajo en equipo, la superación personal, el valor del esfuerzo, la disciplina, el espíritu de excelencia y otras muchas virtudes extrapolables a la vida diaria. Es decir, cualquier programa de educación en valores dirigido al Sistema Educativo se debería tratar como una materia transversal con la que se efectúen
transferencias del deporte a la vida diaria.
Los programas con la intención de educar en valores a través de la actividad física y el deporte se plantean algunas reflexiones y recomendaciones, basadas en la experiencia, para facilitar la creación de
programas que pretendan ser desarrollados en los centros educativos. La creación de estos proyectos educativo-deportivos debe constituir un recurso didáctico para el profesorado con el fin de fomentar
valores como el respeto, la convivencia, el trabajo en equipo, el espíritu deportivo y la superación personal a través de los contenidos del área de Educación Física con el objetivo de transferirlos a todos
los ámbitos de la vida. De este modo, se profundizará en la Educación en Valores, reforzando el currículo formativo del alumnado de cualquier lugar con los principios que inspira el juego limpio en el deporte.
Los entrenadores como educadores deportivos tendrían que ser los que fomenten estos valores, apoyados por los padres, actuando de la manera correcta para ser el modelo a seguir de sus alumnos, el respeto y compañerismo deberían primar por encima de cualquier resultado o medalla.
La deportividad es una concepción del deporte que trasciende del puro cumplimiento de las reglas deportivas para situarse en un entorno de respeto, caballerosidad y consideración del adversario, superando posiciones dictatoriales en favor de una serie de comportamientos que tengan el sello propio de quienes aceptan el compromiso de ser deportivos.
El deporte como herramienta educativa, es capaz de promover la práctica habitual de una educación en valores a toda la sociedad en su conjunto, a través de las buenas prácticas y ejemplos positivos. Representa una magnífica preparación para la vida, ya que es capaz de potenciar los valores
humanos más nobles, ofreciendo la posibilidad de redescubrir la confianza en uno mismo, el trabajo en equipo, la superación personal, el valor del esfuerzo, la disciplina, el espíritu de excelencia y otras muchas virtudes extrapolables a la vida diaria. Es decir, cualquier programa de educación en valores dirigido al Sistema Educativo se debería tratar como una materia transversal con la que se efectúen
transferencias del deporte a la vida diaria.
Los programas con la intención de educar en valores a través de la actividad física y el deporte se plantean algunas reflexiones y recomendaciones, basadas en la experiencia, para facilitar la creación de
programas que pretendan ser desarrollados en los centros educativos. La creación de estos proyectos educativo-deportivos debe constituir un recurso didáctico para el profesorado con el fin de fomentar
valores como el respeto, la convivencia, el trabajo en equipo, el espíritu deportivo y la superación personal a través de los contenidos del área de Educación Física con el objetivo de transferirlos a todos
los ámbitos de la vida. De este modo, se profundizará en la Educación en Valores, reforzando el currículo formativo del alumnado de cualquier lugar con los principios que inspira el juego limpio en el deporte.
Los entrenadores como educadores deportivos tendrían que ser los que fomenten estos valores, apoyados por los padres, actuando de la manera correcta para ser el modelo a seguir de sus alumnos, el respeto y compañerismo deberían primar por encima de cualquier resultado o medalla.
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